Vida de un Leñador IV


... Las aprecié una vez más. La geometría de sus circunferencias era excelente; sin embargo, quería comprobar por mi mismo si eran perfectas, así que proseguí con el tercer botón y luego el cuarto. De pronto, me di con la sorpresa de que llevaba una prenda debajo de la blusa. Lo cual me pareció bastante extraño, pues no le encontraba sentido a ello. Esta prenda era de color negro y tenía algunos agujeros en forma de flores, para ser exacto: jazmines.

Bueno, supuse que era una costumbre bastante normal para las de su villa, y no le tomé importancia, aunque sentí un poco de curiosidad. Quería comprobar si el olor de esta prenda era similar al de esas bellas flores. Acerqué mi nariz y la posé entre ambas mamas. El olor que ellas desprendían no se parecía para nada al de los jazmines, quedé sorprendido al percibir ese olor: era chocolate. Oh sí, ese delicioso manjar que pocas veces pude disfrutar.

Parecía que el olor se acentuaba más en su cuello, así que dirigí mi nariz hacia esa área cual perro asechando su hueso, pero, sin darme cuenta, mi tupida barba rozó sus pechos y...

De pronto, mil pensamientos llegaron a mi mente, mi inseguridad volvió y me sentí culpable aunque no sabía exactamente de qué, pues no había hecho nada. Inmediatamente, levanté mi cabeza de su pecho, pero no me bajé de la cama, me quedé observándola pensando que en cualquier momento abriría los ojos sin saber que vendría más adelante.

Aún dormida, empezó a apretujar sus ojos, como si algo la hubiese perturbado. Súbitamente, advertí cómo sus mejillas y parte de su nariz comenzaron a ruborizarse. Definitivamente, ese color la hacían bastante seductora -pensé.

Cuando ya todo parecía calmarse, lanzó un largo y profundo gemido. Debo decir que quedé totalmente desconcertado. Venían a mi mente una pregunta tras otra. ¿A qué se debía?, ¿soñaba con algo?, ¿acaso fue el roce de mi barba en sus pechos?, no estaba seguro. Mientras más me lo preguntaba, menos lo entendía. Solo sabía una sola cosa: el sonido gutural que provino de las fauces de la hembra no sería el único oiría este día...